miércoles, 5 de octubre de 2022

MÁS QUE PALABRAS

 




Hay palabras que nos reconfortan después de la batalla, que nos arrullan y nos cauterizan las heridas, que abren las ventanas y lo inundan todo de luz…

Pero también hay palabras que se clavan como cuchillos herrumbrosos, como garras fieras, como balas sin nombre, y de ellas, es casi imposible salir indemne. Palabras que envenenan el alma y recorren nuestra médula como un látigo de fuego, como un zarpazo cruel e inesperado, que nos quitan el aire y la esperanza, dejándonos allí heridos, ateridos, insomnes, desorientados; sonámbulos sin rumbo en medio de un desierto, en medio de un tumulto, en medio de una calle sin salida.
“Son tan sólo palabras”… “No las tengas en cuenta”…”Las palabras se las lleva el viento”… Pero no, no es cierto, nadie se las lleva, siguen ahí, clavadas firmemente en la memoria, enhiestas, retadoras, reiterando su eco interminable, incesante, continuo, repetido.
Y cuando no hay palabras, cuando nadie contesta, cuando somos muy poco o casi nada, entonces el vacío, el silencio, la orfandad, la pérdida, el olvido…


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