domingo, 1 de noviembre de 2009

TEMER AL MIEDO



El temor es una emoción dolorosa, excitada por la proximidad de un peligro, real o imaginario, y acompañada por un vivo deseo de evitarlo y de escapar de la amenaza. Es un instinto común a todos los hombres, del que nadie está completamente libre.
La conducta del hombre y sus actitudes ante la vida están condicionadas en gran medida por esos temores que brotan de nuestro interior en grados tan diversos que van desde la simple timidez hasta el pánico desatado.
En casi todas las motivaciones humanas subyace algún tipo de temor que frena y condiciona nuestros actos. Este hecho ha sido largamente conocido y aprovechado, a través de los tiempos, por algunos hombres para ejercer dominio sobre otros
El temor normal puede ser saludable hasta cierto punto, puesto que, a veces, pavimenta el camino del propio progreso, ayuda a preservar la vida o actúa como estímulo en el cumplimiento del deber.
El problema es que el hombre teme en exceso. Teme por su propia vida, por su buen nombre y posición, por su familia y por sus posesiones. A medida que adquiere bienes, fama y poder, adquiere también el temor a perderlos . Quien posee, teme. Esta es una debilidad común, en distintos grados, a todos los hombres.
Existe otro tipo muy común de temor que es imaginario o "irracional". Es un miedo irreal que constituye un grave problema para el individuo y, muy a menudo, se convierte en el factor que predispone para que la desgracia imaginaria que uno teme, se produzca realmente. Como los estudiantes que estando bien preparados fracasan en los examenes a causa del miedo que les producen. Algunos de estos temores antinaturales se denominan fobias. Quienes los padecen no se ven amenazados por ninguna causa objetiva y próxima y, sin embargo, son incapaces de liberarse de sus sentimientos negativos. Los hay que temen a las ratas, a la oscuridad, a las tormentas. Algunos tienen miedo a la soledad.
En estos casos, el temor es para la mente lo que la parálisis para el cuerpo. Es el principio de todos los males, ya que los temores de un cobarde le exponen a todo tipo de peligros. Cuando el miedo es constante, uno pierde la confianza en si mismo y en la propia capacidad. Se siente incompetente y abocado al fracaso.
El origen de los temores imaginarios o neuróticos se remonta, a menudo, a la infancia. La mente del niño es muy impresionable y plástica. Las semillas del temor pueden permanecer latentes o dormidas en su mente subconsciente y germinar más adelante hasta convertirse en fobias.Para conquistar el temor es preciso, en primer lugar, enfrentarse a él. El hombre teme más a lo que desconoce.
Quien sea cobarde, ha de poner semillas de valor en su corazón. Lo positivo siempre se impone a lo negativo. Concentrándose en la cualidad opuesta, el temor finalizará por desaparecer.
La introspección es también de una gran ayuda. Si uno se sienta tranquilamente y reflexiona, los temores imaginarios se desvanecen. Es preciso aprender a discriminar.
Algunos psicólogos opinan que no puede existir una ausencia absoluta de temor y que sólo pueden conseguirse ciertos logros en su conquista. Mientras el individuo se desenvuelva en un plano de dualidad, el temor es ciertamente inconquistable hasta sus últimas consecuencias. Es un hecho que la conducta humana está casi siempre inspirada en la ignorancia y el temor, pero no es menos cierto que puede estarlo también en la sabiduría y el amor.

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